Josef "Sepp" ALLERBERGER
Obergefreiter
+ 24.12.1924 Estiria, Austria
- 02.03.2010 Wals-Siezenheim, Salzburgo, Austria
Promociones:
Obergefreiter
Destinos:
18.07.1943 8./Gebirgsjäger-Regiment 144, 3.Gebirgs-Division
Condecoraciones:
Sep-1944 Cruz de Hierro de 2ª clase
18.03.1945 Cruz de Hierro de 1ª clase
17.11.1944 Insignia de herido en plata
02.03.1945 Insignia de tirador en oro
01.06.1944 Insignia de asalto de infantería
20.04.1945 Cruz de Caballero de la orden de la Cruz de Hierro (sin confirmar)
Concesión Cruz de Caballero (No confirmada):
El 20.04.1945 fue propuesto por sus méritos en combate para la Cruz de Caballero de la orden de la Cruz de Hierro, firmada por el mariscal de campo Ferdinand Schörner. Sin embargo a los pocos días finalizó la guerra y fue imposible tramitar formalmente la concesión, por lo que no quedó registrada oficialmente.
Otros datos biográficos:
Hijo de un carpintero, aprendió el oficio de su padre.
En diciembre de 1942 ingresa en el Ejército, a la edad de 18 años.
El 18.07.1943, tras finalizar su instrucción, es destinado al Frente del Este, en una sección de ametralladoras del 2º Batallón de la 144ª Regimiento de Montaña, 3ª División de Montaña.
Participó con su unidad en los combates desarrollados en Stavropol desde agosto de 1942 a enero de 1943. Sobre la terrible lucha en la que se vió envuelto en ese periodo, Allerberger relató en sus memorias lo siguiente: “Tras cinco días de intensos combates perdí los últimos vestigios de mi inocencia juvenil. Los horrores de la guerra dejaron huellas en mi rostro, envejecí diez años. Nuestra unidad se vio reducida de veinte a tan sólo siete compañeros. Del grupo inicial al que pertenecía quedábamos el comandante y yo. Perdí la noción del tiempo, al igual que el miedo. Ya no mostraba compasión hacia el enemigo. Me convertí en un producto de la situación que me tocó vivir, siempre impulsado por el primitivo instinto de supervivencia, eternamente hambriento y sediento”.
Durante esos combates resultó herido levemente en una mano, siendo evacuado a un hospital de campaña. Por sus conocimientos en carpintería entró al servicio del maestro armero como ayudante para reparar armas.
Estando en el taller de reparaciones, encontró un fusil de francotirador, un rifle Nagant 91/30 de cerrojo con mira telescópica PU 3.5x, un arma utilizada ya en la Gran Guerra.
En sus memorias Allerberger, relata lo siguiente: “Fue una señal del destino que entre las armas de esa clase, me encontrara con un fusil de francotirador ruso. Nada más verlo, me apresuré a preguntarle al sargento de armas si era posible practicar con él”.
Allerberger comenzó a practicar con el rifle, disparando en el campo de tiro conseguía hacer blanco casi siempre, realizando tiros de precisión que llamaron la atención de sus mandos.
Le hicieron repetir varias veces sus blancos, y sus superiores comprobaron que no eran fruto de la casualidad, demostrando su excelente puntería.
Allerberger fue enviado de nuevo a primera línea, junto con su fusil Nagant, con el que causó 27 bajas entre los rusos, oficiales en su mayor parte.
Fue enviado a la escuela de tiradores de Seetaleralpe, cerca de Seetaler, en los Alpes, donde completó su entrenamiento como tirador con el fusil alemán Mauser K98 con un visor de 6 aumentos.
Tras nueve meses en la escuela, regresa al frente como tirador de élite.
Durante la contienda utilizó distintos modelos de fusil. Resultaba letal a distancias de 100 a 400 m. En sus memorias indica que siempre que tenía ocasión disparaba sobre los oficiales soviéticos, odiados tanto por los alemanes como, en ocasiones, por los propios rusos. Procuraba no disparar sobre soldados rasos, a los que veía como “compañeros de armas”, salvo que fuera necesario. Según Allerberger, a distancias entre 150 a 500 m. el 90% de los disparos era factible. Para más de 800 metros era una casualidad acertar, aunque él lo consiguiera en más de una ocasión, siempre con un cúmulo de factores propicios (buena visibilidad, ausencia de viento, objetivo inmóvil, etc.).
Allerberger fue amigo personal de Matthaüs Hetzenauer, otro gran tirador alemán, entre los que existía una amistosa rivalidad, relativa a quién podría abatir más enemigos. En ocasiones llegaron a combatir juntos, llevando la muerte y el desconcierto a las filas rusas.
Como ejemplo de esa cooperación, en una ocasión ambos tiradores se encontraban en un pequeño pueblo ruso y recibieron la orden de detener el avance de una nutrida formación de infantería rusa que se dirigía hacia allí.
Ambos expertos tiradores se camuflaron en la localidad y esperaron la llegada de las tropas rusas. Cuando se encontraban próximas, comenzaron a disparar contra ellos con una precisión mortífera, a lo que los rusos respondieron con dos ataques contra las posiciones de los tiradores, pero fueron rechazadas al producirse el desorden y la desmoralización entre sus filas al ver los soldados soviéticos como sus compañeros y oficiales caían de certeros disparos. Finalmente los rusos se retiraron creyendo que en el pueblo se encontraban numerosos alemanes emboscados.
Allerberger explicó en sus Memorias los principios por los cuales su carrera militar obtuvo tanto éxito:
1- Elección de una posición óptima para el disparo.
2- Capacidad para salir de esa posición rápidamente y con seguridad.
3- Tener otra posición en caso de que la primera no pueda ser utilizada.
4- Tener varias vías de escape.
5- Abatir el blanco de un solo disparo, a lo sumo dos. Si se falla, nunca empecinarse, es mejor darlo por perdido.
6- Un buen camuflaje y un buen equipo que soporte las inclemencias del terreno y del clima.
Todo ello, unido al coraje, la precaución, una mente fría y el saber elegir el blanco adecuado, hicieron de él uno de los mejores tiradores del conflicto y le permitireron sobrevivir y contarlo.
Allerberger dio mucha importancia a la preparación psicológica que un tirador debe tener para dejar de lado los remordimientos y problemas de conciencia para poder disparar contra sus objetivos.
Uno de los métodos preferidos de Allerberger para camuflarse, era la utilización de un paraguas, un metodo práctico, fácil de transportar y de utilizar. Una vez retirada la tela del paraguas, pegaba en su esqueleto ramas, hojas, hierba, etc. y una vez desplegado, se parapetaba detrás de él. De esta forma se camuflaba con el entorno y era invisible a los ojos del enemigo.
Allerberger nos indica en sus memorias las tácticas que empleaba en combate: “Yo no prestaba atención a las primeras tres o cuatro líneas de enemigos que se abalanzaban contra nuestras posiciones, pobremente defendidas, sino a los soldados que avanzaban detrás de dichas líneas. Les disparaba al estómago, caían al suelo dando gritos espantosas. Sus compañeros que marchaban en retaguardia sentían pánico al ver a sus camaradas caídos en el suelo desangrándose, mientras las primeras líneas, al escuchar los alaridos a sus espaldas, perdían el ímpetu de la carga y solían detenerse. Entonces disparaba a la primera línea de soldados enemigos a la cabeza o al corazón. En ese momento el miedo se apoderaba de los rusos y sólo deseaban huir lo más rápido posible, abandonando a veces incluso a los heridos. Así he detenido varias cargas soviéticas, aunque los gritos de los heridos eran espantosos y me acompañarán para siempre. Es el horror de la guerra y mi alma en ese momento era de piedra, amoldada a las circunstancias terribles que me tocaron vivir. Además, sabía de sobra lo que nos esperaba a los soldados alemanes que caíamos prisioneros de los rusos. Eso me hacía tener menos piedad hacia ellos”.
En verano de 1944 disfrutó de un merecido permiso en Alemania. Allerberger lo empleó para seguir entrenándose como tirador en diferentes cuerpos especiales. La propaganda del Reich aprovechó también para sacar partido de sus éxitos, realizando entrevistas y conferencias y publicándose diversos reportajes y fotografías de él,
De regreso al Frente del Este, siguió aumentando su cómputo hasta un total de 257 bajas.
Cuando la guerra estaba próxima a su fin, trató por todos los medios de no caer en manos de los rusos, ya que por su condición de tirador sería, con toda probabilidad, fusilado. Con otros soldados alemanes se internó en los profundos bosques de Prialpiyskih para evitar su apresamiento y tras permanecer algunas semanas jugando al gato y al ratón con las fuerzas soviéticas, logró regresar a su ciudad natal. Allí retomó el negocio de su padre.
Escribió una obra titulada “Der Wehrmachtsscharfschütze” bajo el pseudónimo de Francisco Karner.
En 2005 el autor Albrecht Wacker publicaría un libro titulado “Francotirador alemán en el Frente Este 1942-1945. Las memorias de Sepp Allerberger”, basado en las entrevistas del autor con Allerberger y los libros publicados por éste último. Un relato muy recomendable e interesante -a la vez que desgarrador- sobre la crudeza y brutalidad de la guerra.
Frentes:
Frente del Este (1943-1945)
Insignia de francotirador (Scharfschützenabzeichen) en oro.
Instaurada el 20.08.1944, se concedía en tres grados: Sin cordón (20 enemigos abatidos), con cordón plateado (40 enemigos) y con cordón de oro (60 enemigos)
Libro de las memorias de Sepp Allerberger, del autor Albrecht Wacker.
Fotografía de posguerra
Fuentes:
-Sniper on the Eastern Front: The Memoirs of Sepp Allerberger. Knights Cross. Albert Wacker. Pen & Sword Military. 2005.
-Caballeros de la Cruz de Hierro en Guerra. José Antonio Márquez Periano / J.C. Sánchez Ciemares. Medea Ediciones. 2011.
-https://www.lasegundaguerra.com/viewtopic.php?t=13353
Fotografías: Colección particular. Optimizadas.
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